
Esta joya de oro y plata fue donada por el Vizconde de la Palma, Ignacio Cepeda.
Desde muy antiguo, a la salamanquesa se le atribuía la propiedad de vivir en medio del fuego, sin recibir la menor quemadura, antes bien, se regeneraba entre las llamas, como el ave Fénix.
Sobradamente conocida y relacionada con el fuego del Espíritu Santo esta cualidad de dichos animales, que llegó hasta el punto de que en los sínodos de Jaén, 1492, y de Córdoba, 1520, se reseña el hecho de que el día de Pentecostés arrojaban lagartijas, salamanquesas o salamandras en el interior de los templos con objeto de purificarlos.
Es curioso, pero todos lo enseres de la Virgen, más valiosos o no, tienen su significado y su historia detrás, no son solamente joyas.
2 comentarios:
que curioso, no le sabia ;)
Pues sí, Virginia! Un saludo!
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