El caso es que en un control rutinario de la Guardia Civil de Tráfico paran a un conductor que estaba claramente borracho como un piojo. Le ordenan salir del coche para andar por una linea imaginaria y los policías se dan cuenta enseguida de que es un hecho asombroso que ese hombre se tenga en pie con lo borracho que está.
Cuando se disponen a empapelarlo un coche se sale de la carretera a 100 metros esquivando el control de la policía por falta de visiblidad. Los policías salen corriendo a auxiliar a los posibles heridos.
El borracho al verse solo decide montarse en el coche y largarse.
Al llegar a casa el borracho le dice a su mujer que si llaman preguntando por él que diga que está dormido y que hoy no ha salido de casa porque se encontraba enfermo. La mujer, sin entender bien por qué, le dice que se acueste y esté tranquilo.
A las dos horas una pareja de la Guardia Civil llama a la casa. Le preguntan a la mujer por su marido y esta les cuenta que éste lleva todo el día en la cama porque está enfermo y ni siquiera fue hoy a trabajar.
La Guardia Civil le dice a la mujer que su marido ha cometido un delito que afecta a varios cientos de artículos del Reglamento de Tráfico y que por favor les acompañe al garaje a enseñarle el coche de su marido.
La mujer coge las llaves del garaje y acompaña a los policías hasta el garaje y cuando abre la puerta de éste lo que ve la deja asombrada. En lugar del coche familiar en la plaza de garaje está aparcado un coche patrulla de la Guardia Civil.
El hombre tenía tal borrachera que cuando los policías fueron a ayudar a los heridos del accidente agarró el coche patrulla y se largo a casa.
Cuando a la mañana siguiente el conductor borracho prestó declaración ante el juez sólo acerto a decir que sí era verdad que recordaba algo raro de la radio del coche. Que había mucha gente por la radio hablando de él y eso le desconcertó, pero, como había bebido un poco en la cena, no le dio importancia.
Y es que: Si bebes no conduzcas.
1 comentario:
jajajaja, mu weno juane!
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